domingo, 1 de mayo de 2011

CRÓNICA DE LA SEMANA SANTA DE DAROAL 2011 (II); Una vez destaponada la carrera oficial el Jueves Santo por la mañana y, tras el rápido discurrir de las hermandades reducidas del Domingo de Ramos, Lunes, Martes y Miércoles Santo (que se produjo a toda marcha, nada que ver con el lucimiento gratuito y absurdo de la "semana santa de pago" que se produce en otras ciudades a su llegada al recorrido oficial, alentado, inventado, encabezado y manipulado por el "charopadillismo" de turno and company), quedó libre el paso para las señeras cofradías del Jueves Santo por el incomparable marco urbano daroaliano que, por fortuna, tampoco tiene nada que ver con esas horribles retransmisiones televisivas donde se ven las procesiones de otros lugares, en medio de espantosas calles o plazas antiestéticamente iluminadas. Abrió el día el Santo Cristo de la Púrpura (obra de Montes de Oca h.1730) con su gran clámide de terciopelo bordada en oro, seguido de la Virgen de la Misericordia (de autor anónimo atribuida a Blas Molner h.1761) acompañada de San Juan y acompañada por la prestigiosa Banda de Música de los Mosqueteros del Rey, que interpretó solemnes marchas fúnebres. Emocionante como siempre fue el discurrir del imponente misterio de Jesús ante el Tribunal de Caifás (Cristo de autor anónimo del siglo XVIII y sayones y sacerdote de José Palao Marco, de 1852) por la empinada Cuesta de Debla en su subida hacia San Mateo. Del mismo modo lució el misterio del Huerto de la Cofradía de la Encrucijada (Cristo de autor anónimo del siglo XIX, atribuido a Luján Pérez y apóstoles y ángel atribuidos a José Rodríguez de la Oliva, siglo XVIII) por las angostas callejuelas de la judería de San Vicente. El portentoso paso de la Virgen de Pompeya (obra de Alonso Álvarez Albarrán de 1629) presentó un exótico exorno floral de piñas multicolor, que conjugaban de maravilla con los ricos bordados de las hermanas Antúnez (siglo XIX) e hizo las delicias de los cofrades daroalianos. Digno broche para tan solemne día lo pusieron las antíguas e ilustres hermandades de la Flagelación (Cristo de Gregorio Fernández h.1619 y misterio de Antonio de Ribera y Francisco Díez de Tudanca h. 1650) y Nuestra Señora de África (de autor anónimo del siglo XVIII, atribuida a Francisco María Galeano) desde la iglesia de San Lorenzo. Siempre acompañada por el "peculiar" gentío de su barrio Esmeralda la Archicofradía de la Condena y Nuestra Señora de las Batallas, que por supuesto se saltó a la torera todos los controles horarios establecidos por el Síndico, y que congregó a miles de fieles para presenciar el acto de la Humillación con la Hermandad de la Sentencia, en el costumbrista marco del Campo de la Aduana Vieja con sus trasnochadas tascas rebosantes de flamenco y saeta. Y por último la Archicofradía de Nazarenos del Cristo de la Humillación (obra de Salvador Carmona 1760) y Nuestra Señora del Desconsuelo con San Juan. que desfiló con gran elegancia bajo su palio de Rodríguez Ojeda de 1902, por las señoriales calles del viejo barrio de San Marcos (Corral Quemado, Leona, Paso del Baño, Amparo, etc.), al son de las solemnes marchas de procesión que interpretó la Banda de Música del Sagrado Lavatorio . En la imagen una fotografía del paso del Santo Crucifijo de San Agustín (obra de autor anónimo de la primera mitad del siglo XIV), que durante todo el recorrido llevó tras de sí una extraordinaria legión de fervientes devotos, y fue acompañado de la famosa Virgen de Pompeya.

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