martes, 17 de mayo de 2011

CRÓNICA DE LA SEMANA SANTA DE DAROAL 2011 (V); Viernes Santo (tarde). Muy poco tiempo después de la Cofradía del Sevillano llegó a la carrera oficial la primera de las dieciséis hermandades de la tarde del Viernes Santo daroaliano, la del Cristo de los Milagros y Nuestra Señora de la Parra, cuyo espléndido conjunto formado por el característico canasto del siglo XVIII que representa un Belén lleno de casas y figuritas, sobre el que se levanta un alto risco de plantas y flores y por último las imágenes de la Virgen arrodillada a los pies del Señor (obras de autor anónimo de la segunda mitad del siglo XVII), de nuevo fascinó a los cofrades y a todos los visitantes que estos días se encuentran en nuestra ciudad. El Cristo de la Expiración y la Virgen de la Perla, de la Archicofradía de los Negros, inundaron de saetas el señero barrio de la Cestería, llegándose a contar hasta 23 cuando el Cristo regresaba a Santa María por la calle Culebra. La Cofradía del Cristo del Suplicio y Nuestra Señora del Buen Aire cumplió todas las expectativas cuando, a su regreso por la orilla de la playa de San Pablo, la ola (que este año lucía medalla y lacito de la hermandad y aguardaba ansiosa y firme desde el atardecer) se tragó integramente y con más ganas que nunca el paso de la Virgen de los Navegantes ante la bella estampa de la oscura noche daroaliana al borde del mar, solamente iluminada por la luna llena y las luces de los nazarenos, y al son de las marchas fúnebres de la banda de música "La Giralda", que también formó parte del menú. A bombo y platillo como ninguna, precedida de un Escuadrón de Caballería de la Guardia Jalifiana de Daroal, y escoltada por la Centuria Romana de la hermandad, desfiló solemne por todo su recorrido la Real Archicofradía de la Sagrada Mortaja, que entró rodeada de fieles por los callejones del barrio de Santa Marina pasadas las cuatro de la mañana. El colofón del día lo puso la Imperial Archicofradía de Nuestra Señora de Villaviciosa (obra de autor anónimo h. 1711), radiante y sola a los pies de la Santa Cruz sobre su paso de plata mejicana del siglo XVIII, con devota estación en el Hospital de los Mozárabes (nada más salir de la catedral) e impresionante discurrir por una melancólica y lóbrega calle Molineros.

En la imagen una fotografía del Santo Cristo del Mandato o de la Sangre (obra maestra de Nicolás de Bussy de 1693), que salió junto a la Virgen de San Lorenzo en decimotercero lugar desde el Convento de San Basilio.

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