martes, 10 de mayo de 2011

CRÓNICA DE LA SEMANA SANTA DE DAROAL 2011 (IV); La Madrugá (II). En el octavo lugar de las cofradías de la madrugada y mañana del Viernes Santo daroaliano figura la de la Santa Cruz de Jerusalén, que salió al amanecer desde el Convento de María Santísima de la Concepción en Su Asunción a los Cielos con gran acompañamiento de hermanos de luz (portando hachones) y de disciplina o de penitencia, diferenciados según prescriben sus estatutos, además de una nutrida representación conventual. Digno de contemplación fue como siempre el regreso de los pasos por las feligresías de San Francisco y Santa María Magdalena a donde, además de la catedral y en medio de un gran silencio y devoción solo roto por las capillas de canto y la banda que seguía a la Virgen de la Concepción con San Juan (obras de Cristóbal Ramos -1752-), realiza estación esta antigua cofradía. Siguió la nómina subiendo el tono fervoroso la popular Archicofradía del Santo Ecce Homo (soberbia escultura de Luisa Roldán -1684-) y Nuestra Señora de Triana (Juan de Astorga -1816-) acompañada de San Juan y la Magdalena (obras de autor anónimo del siglo XVIII) bajo rico palio de terciopelo negro con grandes bordados de oro, que salió del Convento de San Laureano. Y como culmen de tan sublime ensueño las tres hermandades que cierran la jornada (las tres de rompe y rasga): la del Rescate y Nuestra Señora de la Esperanza, cofradía santo y seña del embriagador, castizo y popularísimo barrio de la Trinidad, y cuyo paso por el pontecillo de la Trinidad y por las grandes bodegas del barrio son una de las más bellas estampas de nuestra semana mayor. La del Santo Cristo de los Tormentos (Francisco Antonio Gijón -1682-) y Nuestra Señora de Debla (autor anónimo -siglo XVIII- atribuida a José Montes de Oca) que salió entre fogatas y bulería desde el barrio gitano de San Bernardo, y cuyo paso por el célebre Café de Silverio al final de la calle Trono, fue como siempre cita obligada para los mejores cantaores de la ciudad. Y como broche de oro la Real Archicofradía del Sevillano, con el imponente misterio de Jesús Nazareno en su encuentro con las Santas Mujeres en la Calle de la Amargura y la Virgen de los Dolores o de la Estrella, que entró en medio de una gran muchedumbre en su Capilla de San Telmo hacia las cuatro de la tarde. En la imagen una fotografía de la devotisima Virgen de Debla (la Virgen Gitana), protagonista de uno de los momentos más emocionantes de la mañana del Viernes Santo cuando, por la cuesta que lleva su nombre, sube San Mateo hacia la cava de los gitanos.

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