lunes, 15 de septiembre de 2008

RETRATOS DAROALIANOS XI (Los clásicos I);
Con la incorporación de Antonio Bejarano Ruíz la ciudad comienza una nueva etapa floreciente en hermandades y en nuevos daroalianos, algunos de ellos irrepetibles.
Conocidos como suele decirse "de vista" por coincidir en diferentes procesiones (era la época en que salía a la calle una caja de gambas e íbamos a verla...), comenzamos a saludarnos hasta que un buen día conoció Daroal, su Patrona y todo su mundo. Desde aquel momento se convirtió en un auténtico daroaliano recibiendo primero el título de Marqués de la Jara y más tarde el de Duque de Sanlúcar, por la especial vinculación que desde niño le ha unido a aquella tierra gaditana.
Posteriormente, con la llegada de la Marquesa Viuda de Rubio, se volvería a formar un nuevo cuarteto mágico (Marquesa, Duque de Sanlúcar, Duque de la Frontera y Monarca) constituyendo lo que se puede denominar la "Daroal clásica".
Juntos vivimos intensamente los años en que Sevilla despertaba de la resaca de la Expo: las noches interminables del "Califa" (donde íbamos cada fin de semana junto a Noélia y mi hermana a tragarnos los dos pases seguidos, y donde vimos por primera vez a Maribel), las novenas de la Pastora en el patio de Capuchinos, las aventuras y desventuras del taller "Dueñas" junto a Manolo Tobaja, las conversaciones de madrugada en nuestra casa de la calle Levíes, inigualables...
Juntos, los cuatro crecimos como personas y como daroalianos, naciendo una especial unión que, a pesar de los altibajos siempre se ha mantenido, y que tuvo en el Duque de Sanlúcar a su principal guardián para que nunca fuera adulterada.
Aquellos días en que Daroal éramos prácticamente los cuatro nos marcó de tal manera que, aunque luego con la expansión vivimos momentos maravillosos, siempre nos la hizo sentir de manera particular.
Con Antonio nació la segundad hermandad daroaliana: la de Nuestra Señora de la Caridad en Su Mayor Dolor, imagen que se presentó en una exposición de devociones particulares en el Convento de Capuchinos, a la que también acudió la Patrona.
Además el de Sanlúcar abrió las puertas de Daroal a toda su familia: su madre (doña Loti Ruíz presidenta de la Federación Daroaliana de Fútbol) y su padre los Condes de Maluquer, su hermano y su cuñada los queridos Condes de Losbell, y su perrita Curra, tantos años capillera de la hermandad de Caridad; todos daroalianos desde que nacieron aunque no lo supieran (su tia Bendi también).
En su casa se han vivido episodios memorables de la historia de nuestra ciudad (las noches vísperas del Pregón, la exposición "Los Esplendores", el belén viviente de la merienda navideña de los Losbell, etc.
Ha sido y es, aquella persona junto a la que siempre gusta estar, eterno adolescente, distinguido, orgulloso, fiel, nunca entendido y lo mas importante: vestidor de Nuestra Patrona durante muchos años (hasta que una camarera coñazo lo espantó).
Por todo, para la corona daroaliana estar con Antonio es como volver a casa...
En la imagen una fotografía del Marqués de la Jara y Duque de Sanlúcar realizada en Sevilla a mediados de los noventa.

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