sábado, 29 de marzo de 2008


CRÓNICA DE LA SEMANA SANTA DE DAROAL 2008
Capítulo I (Viernes de Dolores);

La Semana Santa de Daroal es única en el mundo por su incomparable patrimonio, por sus mas de ciento cincuenta cofradías, por sus recorridos, por sus gentes, por sus "sucesos"... Y como en el resto del orbe cristiano, ha pasado como un bello sueño que nos dejó vivencias irrepetibles. En ésta crónica por capítulos de la semana mayor daroaliana se intentará hacer un breve resumen de ellas, así como de todo lo que mereció la pena subrayar durante la celebración de tan solemne fiesta.
El Viernes de Dolores es el primer día de la Semana Santa de Daroal con carrera oficial. La carrera oficial daroaliana desde que se creó en 1902, comienza en la gran explanada de la calle del Sol, para seguir por la calle Templo, Plaza Real o de San Cucufate, Lancería, Pasillo de la Cárcel y Espaderos, donde se encuentra la Santa, Metropolitana y Patriarcal Iglesia Catedral.
Es un día de cofradías muy antíguas y de gran solera. La del Nazareno del Paso y Nuestra Señora de las Angustias desfiló solemnemente por su calle Real de la Concepción con representaciones de la Casa Consistorial, la Corona (recordemos muy unida a ésta hermandad por Lady Capea, inolvidable diestra daroaliana y abuela de nuestro rey) y el Cabildo Catedralicio, con asistencia del Cardenal Primado de la ciudad Su Eminencia Reverendísima don Catalino Ferrayoli. Así mismo un año mas "la Turba" acompañó al paso del Señor durante todo su recorrido. (La Turba es una tremenda legión de personas que acompañan al Nazareno con tambores destemplados y estridentes clarines que, de esa manera reviven la Burla que sufrió Nuestro Señor por el pueblo de Jerusalén en la Vía Dolorosa). Así, tras el tremendo alboroto de los turbos y arrastrando de la marea humana que rompía a empujones sobre los costados de la calle, avanzó entre la muchedumbre el Nazareno del Paso, en medio del atronador sonido de los instrumentos y de las constantes petaladas y ovaciones que salían desde todas las casas blanquiazules del barrio.

También se pudo disfrutar en éste día del elegante transcurrir de la Cofradía del Cristo de San Esteban (Copatrón de Daroal) por las angostas callejuelas del barrio de la Cestería, seguido de la devoción arrolladora de la ciudad, con sus ángeles llorones sentados en la Cruz, su corona de rosas y la Virgen de Copacabana bajo el negro palio decimonónico de la hermandad que, éste año iba promirosamente adornado por las monjas del convento con ramos de margaritas.

La hermandad del Cristo del Paraíso y Nuestra Señora de las Vacas subió majestuosa las empinadas calles del barrio del Trabuco de regreso al camposanto daroaliano, donde tiene su sede. Muy aplaudidas fueron las chicotás de la calle del Tiburón (centro neurálgico del barrio) así como las de la entrada en las calles de la Guadaña y Gloria, ya a las puertas del cementerio, donde los vecinos recibieron a los pasos en medio de las hogueras típicas de las noches de ésta "peculiar" zona de la ciudad.

La Cofradía de la Santa Cruz del Camino fue la encargada de cerrar la jornada (ya que es la última en entrar), en medio de ese sabor único y sobre todo, del olor embriagante de las antíguas bodegas del barrio de la Trinidad. Cuando el paso de la Virgen de la Caridad en su Mayor Dolor se situó ante las puertas de su capilla de la calle del Tiro, se pudo volver a oir el buen recital de saetas que hacen tan famosa la entrada de ésta hermandad. La mas aclamada y sentida de todas fue, como siempre, la de Juana "la bizca" (apodada así no por ningún extravísmo ocular, sino por los trompicones que da frecuentemente bajo los efectos del alcohol), a quien todo el mundo vió la noche del Viernes de Dolores transfigurarse, ronca de cante y aguardiente, en una auténtica sacerdotisa de la saeta.

En la fotografía, una pintura de la venerada imagen de Nuestra Señora de las Vacas.

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