martes, 29 de octubre de 2013

 
MEMENTO MORI: 1 de Noviembre de 2013. 5. PASO DEL ESQUELETO DE SAN DEODATO; Monasterio de Rheinau (Suiza). Esqueletos de Santos y Mártires que fueron suntuosamente decorados con oro y piedras preciosas en los siglos XVI y XVII, aunque siglos después yacen ocultos en criptas y monasterios europeos. Un investigador americano, Paul Koudounaris, conocido como 'Indiana Bones', ha sacado a la luz estos espectaculares cadáveres, la mejor muestra del arte funerario barroco de Alemania, Suiza y Austria. Nunca la muerte había sido tan bella. Decorados con oro, plata, gemas y piedras preciosas de valor incalculable, decenas de esqueletos duermen el sueño eterno en cenobios y pequeñas iglesias del centro de Europa. El especialista californiano en arte barroco ha rastreado su pista hasta encontrarlos. La historia de estos restos se remonta a 1578. Ese año, mientras realizan unos trabajos en el subsuelo de Roma, unos obreros descubren una serie de catacumbas repletas de esqueletos. La Iglesia, advertida del hallazgo, determina, sin excesivo rigor, que se trata de restos de mártires de la época romana y decide enviarlos como objetos de culto a iglesias y monasterios del sur de Alemania, Suiza y Austria, donde el catolicismo ha recuperado terreno tras la reforma protestante, pero cuyas iglesias se encuentran arrasadas y sin una mala reliquia u obra que mostrar. Una vez en sus destinos, los rectores católicos deciden vestir esos esqueletos de la forma más suntuosa posible. En primer lugar, para demostrar a los nuevos fieles la pujanza de la Iglesia de Roma. Y en segundo término como apunta Paul Koudounaris, su descubridor, «para relacionar los restos con la descripción de la Jerusalén celestial repleta de joyas que se hace en el Libro de las Revelaciones». De la tarea de enjoyar con profusión estos esqueletos se encargan las monjas de los monasterios suizos, alemanes y austriacos en los que recalan porque, al ser considerados restos de mártires, no pueden ser manipulados por cualquiera. En algunos casos invierten hasta cinco años de trabajo y utilizan los materiales más suntuosos que tienen a su alcance: oro, piedras preciosas, gemas, seda, plata... «Es imposible poner un precio a estos esqueletos; su valor es incalculable», apunta Koudounaris. Durante su momento de esplendor, a estos cadáveres se los considera milagrosos, lo que contribuye a reforzar los vínculos de la Iglesia con las ciudades en las que los restos han recalado. Pero el paso del Barroco a la Ilustración los destierra de los principales altares y, pese al valor incalculable de las joyas que lucen, algunos de ellos acaban olvidados dentro de armarios. el reponsable de localizarlos, fotografiarlos y devolverlos a la vida en el libro Heavenly bodies (Cuerpos celestiales) ha sido Koudounaris. «Ha sido, sobre todo, un trabajo detectivesco y creo que todavía quedan bastantes por descubrirse», explica este profesor californiano que durante cinco años ha recorrido decenas de pequeños pueblos en busca de estos exquisitos cadáveres. «Son, sin duda, los mejores trabajos de arte sobre huesos jamás realizados», sentencia. Acompañamiento: Banda de Cornetas y Tambores de Doña Ana La Corneta. (Comparte música con los pasos de los esqueletos de San Federico y San Benedicto).

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