lunes, 29 de abril de 2013

CASO HABANA: RESOLUCIÓN DEL JUICIO (Parte 4); JUEZ: ¡Orden! ¡Orden! ¿A dónde quiere llegar la Acusación? FISCAL: Quiero decir Señoría que todas estas personas creían tener motivos suficientes para cometer el delito la noche de autos. Todos los que acabo de exponer podían ser móviles del incendio: cuentas pendientes con la organización del concurso. Pero creo que no eran los únicos. Existían además otras razones y artimañas subrepticias. (Nadie entiende nada mientras el rugido en toda la sala, pasillos e incluso exterior de la Audiencia es ya incontrolable) JUEZ: ¡Orden! ¡Orden! ¡Silencio! (Todas las acusadas se cruzan miradas estupefactas. Entre algunas y los Belloceli son de reojo y tendinosas. Dos enfermeras entran para atender a Fina de Cantillana, que continúa desfallecida logrando su siempre único objetivo: llamar la atención).
(El Fiscal se coloca frente al Jurado) FISCAL : Para conocer al autor o autores del incendio del Habana hemos de retroceder unos cuantos años señorías; antes incluso de su elección como emplazamiento del célebre concurso. La gestión económica de este Café-Teatro inaugurado en 1834 arrastraba un preocupante déficit que desde hacía décadas no se lograba reducir, agravándose últimamente la situación. Conocedores de este hecho, la siempre avispada y negociadora saga de los Belloceli propuso al gerente de la empresa la idea de celebrar en los días de la Veintena un certamen anual para descubrir a jóvenes promesas de la canción, cuya segura difusión le inyectaría solvencia y popularidad al Café –como de hecho así fue- intentando equilibrar sus finanzas y poder salvarlo de la quiebra. Pero naturalmente los Belloceli querían algo a cambio. (La familia aludida presencia el relato con la rigidez de una estatua. Continúa el Fiscal). A cambio de la aportación del dinero necesario para el desarrollo del concurso, exigían en el Habana un casino clandestino para juegos de azar. Es decir, que Operación Volante serviría como tapadera para introducir en Daroal un juego de ruleta de extraperlo del que los Belloceli se llevarían un 25% de los beneficios y el resto la empresa del Café por albergarlo. La angustiada gerencia aceptó y de esta manera comienza en 2008 la primera edición de OV. Para el debut se escogió un cartel lleno de afamadas artistas que desde un principio dieran nombre al concurso y se designó a un jurado absolutamente comprado, compuesto por un miembro de la propia saga, Juseppe Belloceli, la artista Angelina San Pablo –persona de confianza para ellos- y otro aleatorio aunque siempre corrompido que variaría cada año, comenzando así la condenada farsa. (Angelina cae al suelo desplomada nada más oír su nombre haciendo entrar de nuevo a las enfermeras de la Casa de Socorro del Pópulo, que la atienden presurosas. El Fiscal no desea perder ni un segundo y continúa). Este ambicioso casting inaugural de 2008 no hizo sino encender la mecha de un artefacto que estallaría cuatro años después. Continuará 
En la imagen el fatídico cartel del primer Operación Volante en 2008.

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