CON LA MIEL EN LOS LABIOS; Ante la estupefacción de todos y a través de varios foros de temas cofradieros, en estos días se ha conocido la fatal intención que las monjas del Monasterio de Nuestra Señora de la Piedad de Cádiz (perteneciente a la orden de franciscanas concepcionistas descalzas), tienen de otorgar la "restauración" de la valiosa imagen dieciochesca del Cristo del Prendimiento al escultor isleño Alfonso Berraquero. La talla, que se sitúa en uno de los retablos barrocos laterales de la iglesia y que recientemente ha participado en el Via Crucis organizado por la Diócesis de Cádiz con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, fue titular de una hermandad de penitencia desaparecida permaneciendo hasta hoy intacta en la oscuridad de su camarín, lejos de la garra destructora del típico y despiadado retoque cofrade. Pero llegó el Via Crucis del 14 de agosto y la joya salió inocente de su cofre, para mostrar al mundo toda su encantadora y apetecible virginidad. Y aunque por diferentes motivos, Cádiz se ha mostrado mucho más celosa que otras ciudades andaluzas a la hora de conservar su patrimonio imaginero (nada que ver con las Buchinger de Sevilla o Málaga donde impunemente se arregla "hasta el tato"), parece que esta vez ha metido la pata encargando la restauración de la bella imagen a alguien con tan terrible historial de retoques, conocido en toda la provincia gaditana. Primero nos ponen la miel en los labios sacando al Cristo a la calle para que muchos podamos verlo (y admirarlo) con luz por primera vez en nuestras vidas y después nos azotan con semejante noticia, ahora cada día más enturbiada pues el imaginero dice una cosa y las monjas otra . Desde Daroal solo esperamos que el interés que ha despertado este asunto en Cádiz, consiga ante la Delegación incluir a la talla en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, para poder así blindarla ante cualquier intervención sin pedir permiso a Cultura. En la imagen una fotografía del famoso cuadro "El Grito" de Edvard Munch en su versión de la Galería Nacional de Noruega, título de una serie de angustiosas pinturas que el artista noruego completó en 1893, y que refleja fielmente la cara que se nos quedó a todos cuando nos enteramos del aterrador comunicado gaditano.
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