lunes, 22 de junio de 2009

RETRATOS DAROALIANOS XXI; José Manuel y Rafa; La explosión daroaliana. Inmediatamente después de Manolo Vargas, sus amigos José Manuel y Rafa fueron los siguientes en entrar de cabeza en la creciente ciudad soñada de Daroal. Por entonces, los tres compartían durante los fines de semana el piso que tenia Manolo en la Alfalfa y su amistad era prácticamente indisoluble; a donde iba uno, iban todos. De esa manera, una noche en la que Antonio Bejarano, Francisco y yo presenciábamos un lindo espectáculo en la sala "Frenesí", entraron los tres y fuímos educadamente presentados por Maribel de Triana, quien ya los conocía de antes. A partir de ese momento no sabría decir si ellos descubrieron a Daroal o Daroal les descubrió a ellos. En muy poco tiempo tanto Jose como Rafa asumieron enseguida su papel como si fuera algo a lo que, sin saberlo, estuvieran predestinados. Ambos se convirtieron en los presidentes de las Hermandades del Cristo de la Corona y Nuestra Señora de los Dolores (Rafa) y la del Cristo de la Peña y Nuestra Señora de la Esperanza (apodada como la Bomba por salir de la iglesia del Hospital de Santa Bárbara, patrona de la Artillería) José Manuel. El taller Daroal les restauró las imágenes marianas (que ya poseían) y realizó la del devoto Cristo de la Corona para la Hermandad de Rafa, cuya presentación oficial ante los daroalianos supuso un antes y un después en la celebración de los cultos en la ciudad. Fue una noche de cuaresma, por supuesto, en casa de Manolo Vargas. El Cristo fue portado en devoto Via Crucis hasta un gran altar lleno de velas, con el resto totalmente apagado y al tiempo que el cantaor Jesús Sión entonaba una saeta; todo estudiado y maquinado al milímetro. A partir de ahí los altares montados en aquel piso (y todos en general) adquirieron una magnitud diferente. Rafa cuidaba todos y cada uno de los detalles levantando suntuosos montajes tanto para su Hermandad como para la de Jose, también para los de la Hermandad del Rocío, contribuciones y/o autorías que él mismo se encargaba de anotar muy claramente con mal disimulados gestos de humildad y sencillez, que pronto se hicieron famosos. En cuanto a José Manuel, podríamos decir que su rotunda presencia era del todo imposible que pasara inadvertida alli donde se encontrara. Gracias a él, todos (Antonio Bejarano sobre todo) descubrimos un nuevo decálogo de normas básicas para el buen comportamiento en cualquier acto de la vida social daroaliana, basten los ejemplos: como toser en público, como sonreir o esbozar una tímida carcajada, como bostezar sin que nadie lo note, como beber y comer únicamente lo justo en un cóctel, etc. También la creación de los famosos "archivos" fue otra de sus aportaciones; todo documento referente a un culto o acontecimiento daroaliano (por entonces se elaboraban convocatorias, invitaciones y estampitas como churros) se guardaba automáticamente en sus archivos ordenados por riguroso orden cronológico, siendo hoy (junto a los de Antonio Bejarano) los más completos y preciados de aquella esplendorosa e irrepetible etapa.
Para uno Daroal fue el escenario perfecto donde expresar toda su creatividad y buen gusto en la fabricación de altares y todo tipo de labores de priostía. Para el otro fue como volver a la niñez disfrutando de verdad con cada culto, cada pregón (su día preferido) o con cada llegada de convocatorias y estampitas para sus archivos. Los dos tuvieron un papel decisivo y pusieron su granito de arena para contribuir al lanzamiento que, durante esos años, experimentó aquella locura.
Tras el "desmoronamiento", ambos han mantenido hasta hoy una cordial relación con la Corona, así como con algunas casas nobles, viviendo en la actualidad junto a la Patrona (pared con pared) en pleno barrio del Pópulo.
En la imagen una fotografía de Rafa (Barón de la Palma) y Jose (Conde del Guadaíra) posando junto a Esther y Juanma el año del "no Pregón", el día 28 de febrero de 2002. La hechura del cartel de la Semana Santa correspondió aquel año a cargo de Juanma. Con la Condesa de Dalias los dos mantuvieron hasta el final una estupenda y especial amistad.

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