domingo, 3 de noviembre de 2013

CRÓNICA DE LA  PROCESIÓN MAGNA "MEMENTO MORI"; A las once en punto de la noche del pasado viernes 1 de Noviembre se abrió la Puerta del Nacimiento de la Santa Iglesia Catedral, para dar comienzo la Magna Procesión de Caninas y Esqueletos organizada por el Síndico del Común de Hermandades y Cofradías de la ciudad de Daroal con motivo del Año de la Fe. Ante una desierta Plaza de San Leandro y alrededores, salieron uno a uno los 24 pasos componentes del cortejo que penetraron por las solitarias calles de Santa Marina acompañados de sus respectivas bandas de música y de la gran nube con espesa niebla que, desde hacía días, aguardaba en el Atlántico para entrar la noche de los Fieles Difuntos en nuestra ciudad. Ni un alma se vio por las calles Empedrada, Real de San Luís, Posadilla, ni tampoco por la inmensidad del Campo de San Juan de Dios, donde ya la visibilidad de los pasos era prácticamente nula. Tan sólo una vecina de la calle del Vinagre osó asomarse a su balcón sobre las 4,20h. de la madrugada desvelada por el ruido de los tambores, con la mala suerte de toparse de bruces con el Paso del Arquero de la Muerte, cuyo esqueleto le apuntaba con su flecha directamente a ella. La señora (A.A.A.) hubo de ser conducida inmediatamente a la Casa de Socorro del Pópulo donde fue atendida por los sanitarios en estado de choque nervioso producido por la impresión. Sobresalientes fueron las cuadrillas de los Pasos de los Esqueletos San Benedicto, San Alberto y San Valentín, que desfilaron con duende y tronío a los sones del excelente repertorio de la Agrupación Musical del Sagrado Lavatorio. Igualmente fueron muy lucidos los pasos de La Chacha (con la Cruz Roja detrás) y Mors Mortem Superávit (con la Banda de la Policía Armada) que protagonizaron grandes chicotás. También destacable fue el discurrir de La Danza de La Muerte por el Pasillo de la Cárcel, donde los esqueletos danzadores pudieron vislumbrarse con cierta claridad gracias a la luz de las antorchas y a lo estrecho del lugar. Muy solemnes pasaron las Urnas de San Fernando y Santa María Magdalena de Pazzi ya casi a la amanecida por la despoblada calle de los Espaderos, acompañados tan solo por unas cuantas hachas de luces, sus respectivas Bandas de Música y algún que otro perro callejero que de vez en cuando se paraba a presenciar tan terrible cortejo. Nadie en las aceras, ni en ventanas ni balcones. Únicamente los pasos de la Inmaculada Concepción y el Santo Cristo de la Victoria, que cerraban la Procesión, hicieron asomarse a alguno por detrás de persianas y visillos, aunque receloso por si les asaltaba de nuevo otra calavera. Por último reseñar que, como de costumbre, la directora de la Banda de Doña Ana La Corneta montó una gran bronca nada más salir en la calle Real de Santa Marina  (frente al Corral de Don Juan), donde se enfrentó con los capataces de los Pasos de Los Esqueletos de San Deodato y San Pancracio organizando una tremenda zapatiesta que duró hasta la entrada en la Catedral. En la imagen una fotografía del Arquero de la Muerto o La Muerte Arquera, obra del escultor limeño Baltazar Gavilán (siglo XVIII), protagonista del suceso de la calle Vinagre. 

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