martes, 26 de mayo de 2009

RETRATOS DAROALIANOS XX; Manolo Vargas: "El inicio del esplendor". Tras el ciclón Maribel de Triana y todo su mundo (la Chuchi, la Juani, la abuela, Pepe el de Morón, la moto, las promociones, la Tula 1, la Tula 2 -las dos perras-, la Pantoja, etc, etc, etc.), comenzó a llegar una nueva oleada de daroalianos que supondría el comienzo de los años del esplendor, repletos de hermandades, cultos, romerías, excursiones, etc.
El primero de esa nueva era fue Manuel José Vargas Cruz, a quien se le otorgó el título de Conde de Águilas primero y el de Duque de Almonte después, por su acendrada devoción a la Blanca Paloma.
¿Quién no conocía (ni conoce) a Manolo Vargas? Su vinculación a la parroquia y a las hermandades de San Isidoro y su propia personalidad le han otorgado desde muy joven una gran popularidad dentro del mundo de las cofradías sevillanas y, aunque en Daroal ya lo conocíamos de vista, fue de la mano de Maribel como entró en la ciudad, prácticamente al mismo tiempo que sus por entonces inseparables José Manuel y Rafa, a quienes irá dedicado el próximo capítulo.
Manolo encajó enseguida con aquella Daroal que crecía por momentos, convirtiéndose en poco tiempo en un pilar fundamental para la etapa que estábamos a punto de atravesar. Su casa de la Alfalfa no tardó en convertirse en "cuartel general" para todo evento que se organizara en la ciudad. En ella se vivieron navidades inolvidables, los más increíbles cultos algunos de ellos terroríficos (recuérdese el de la hermandad de la Bomba del año 98), sofocantes y eternas noches de verano, comilonas, sesiones de cine, aquelarres (las reuniones de los jueves)... Pero nada comparable con las célebres "Venidas de la Virgen" organizadas por él mismo con la ayuda de Jose y Rafa; nadie podía imaginar al cruzar el umbral de su puerta lo que iba a encontrarse detrás. Todo estaba transformado de pies a cabeza para celebrar los cultos de su Hermandad de Nuestra Señora del Rocío, de la que fue presidente durante años: todo el suelo cubierto de arena y romero, las paredes con mantones, los muebles retirados, comida y bebida como para tres bautizos, sevillanas a todo volumen y una gran cúpula de papelillos blancos presidiendo el lugar donde horas más tarde, tras cruzar la descomunal bulla del pasillo que le separaba, se situaría la preciosa Virgen del Rocío (fiel réplica de la almonteña) que recibía culto en su casa. Una vez en su sitio, después de salves y grandes ovaciones y desmayos, continuaba la fiesta hasta la madrugada culminando con el tradicional lanzamiento de comida por los aires.
Pasados los años, cuando Daroal alcanzó gran popularidad entre los jóvenes cofrades y se difundió su estela, otros intentaron imitar (con más o menos disimulo) tales momentos. Pero la verdad es que la alineación de planetas que se conjugó en aquellos años, solo puede ocurrir una vez.
Ni que decir tiene que Manolo entabló una fuerte amistad con todos. Igual que ahora, con cada uno sabe crear un momento especial (tiene esa virtud). Pero de entre todas hay que destacar su relación con Esther, por quien hasta el final sintió una particular y recíproca debilidad.
Cuando en 1998 se organizaron las Misiones Patronales y la Virgen visitó su casa, en la mañana del día 13 de febrero organizó para honra y gloria de todo el pueblo daroaliano la Bendición y Coronación de Nuestra Señora de la Paloma. Sin duda, el mejor regalo que le ha hecho nunca y le hará a Daroal (y han sido muchos).
Cuando por motivos personales decidió abandonar su casa de la Alfalfa, en el fondo todos presentimos que era mucho más que un piso lo que desaparecía de nuestras vidas. Después fueron varios los motivos que vinieron a sumarse, pero a partir de ahí ya nada fue lo mismo.
Afortunadamente, tras el desmoronamiento de aquella loca efervescencia, a día de hoy su amistad permanece intacta o incluso más fuerte. Además, a él le debemos la llegada a la ciudad del Duque de Pino Montano, que tan especial lugar ocupa en la actualidad.
Independiente, apacible, autoritario, generoso con mayúsculas, hospitalario, eterno adolescente... Cofrade de casta. Todo eso ha sido es Manolo Vargas para Daroal.
Gracias a él vivimos el inolvidable besamano "privado" de su Madre de Loreto una vez cerrada la parroquia de San Isidoro. Sólo a la luz de las velas (el resto apagado) y con "La Pasión según San Mateo" sonando de fondo, todos sentados en la alfombra permanecimos cautivados un buen rato frente a la Virgen sin necesidad de mediar palabra.
A esto me refería cuando digo que Manolo tiene la habilidad de crear momentos especiales.
Aquella irrepetible noche además, Esther estaba con nosotros.
En la imagen una fotografía reciente del Duque de Almonte junto al San Antonio de la parroquia de San Isidoro, realizada en noviembre de 2008.

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